Silvestre D. Brescia
I.
Elías me lee otro poema
Yo estoy acostado sobre mi cama hundida
sobre mi cobija de franela
En el día más caluroso
El sudor se desliza por el cartílago del tabique
gotea de las patillas al mentón
Lo escucho mientras mastico tabaco
La puerta cerrada
La rejilla amarillenta del aire
La luz amarillenta del medio día
Su lectura pausada
Pongo tanta atención como puedo
Espero una llamada
Aprovecho que cambia de página
para escupir en la botella de soda
saliva espesa y mentolada
El poema es largo
La escena empezó con una pregunta
Ahora escucho con el estómago revuelto
versos didácticos de corte moderno
Me estoy acostumbrando a esto
Termina por fin y estoy casi dormido
en silencio
Me mira entusiasta
¿Te ha afectado el poema?
Veo mi pantalla
Una llamada perdida hace 12 minutos
Le respondo por fin
Que sí
Que Enrique Lihn me dejó pensando.
II.
Gente de vidas medianamente buenas
escriben bellos versos
para su taller de poesía
Déjenme envidiarles al menos un poco
su buena dicción y disposición
de hacer las cosas como se deben
Yo le leeré a mi padre otra vez
Estaré al borde del llanto cuando
me responda de buena gana
que él nunca ha entendido el arte
Tampoco a su hijo fracasado y terrible
que escribe en un vacío cuarto de villa
Los epitafios de cada muerte
sufre mientras sueña
El diablo encuentra las manos de un ocioso
quien haga su trabajo
¿Pero prestará una oreja a los que ya son posesos?
¿O tendré que matar a un mediano poeta
con una navaja stiletto de 11 pulgadas?
Para que la vida atrofiada
me haga por fin
en el rojo de la fragua de un yonque
Poeta de taller.
III.
Pudiera de la escoria y la viruta
que saco de las banquetas rotas
Hacerme una daga
En el molde de una grieta
Y con una empuñadura frágil
De un solo manoteo
Cortarle una oreja al diablo
Para que no escuche mis desvaríos
o los ponga en contra mía
Luego, mejor equilibrado
con una estocada de mejor tino
Agujeraría la manta
Con la que los pudorosos se tapan
y que con el aire que entrara
De una bocanada
Mas fino que nunca
cortaría su acento aldeano
Haría una brocheta con su lengua
llena de baba de molusco
…Gotea y gotea
Cuando caiga al suelo de terracería
lejos de la avenida cobriza
Habrá solo el rastro de un lodo maldito
Sin ranura alguna.
