Maga Sandoval
Mi abuelo decía
que yo sería escritora
que con la vida que me tocó,
qué más podía ser.
A mí no me lo decía,
pero se lo decía a mi abuela
y ella me lo decía a mí.
Pucha tata,
sólo salí poeta.
De esa gente
que pelea con el mundo,
grita y llora,
y después vomita las palabras.
Y es sabido por todos,
que los poemas guturales
no salvan a nadie
no valen ni un peso.
La cicatriz
es el bordado
que hace el cuerpo
para mantenerte entera

trazo a hilo
puntada silenciosa
yo misma me sostengo
mi cara ya no es mi cara
la carne se regenera
habitaré la herida,
incomodaré a mi ego,
empezaré de nuevo.
Me sangra
una herida
ajena
no es mía,
pero está en mi.
La curo,
le hablo,
la toco para que sepa
que yo sé que está ahí,
pero ella siempre sangra.
La carne
tiene memoria,
recuerda todo
lo que le dolió
un día.
Siento que perdí
mi voz
ahora sólo
habla
la herida
y mis versos
sólo hablan
de la herida.
Quizá en ella
me transformé.
¿En qué grieta de tu tierra, Julia?
¿En la corriente de qué río?
¿En qué pedazo del mar?
la ambición escondió tu rastro,
la maldad sembró el espanto.
Que el bosque aúlle al cielo
y que tu estrella guíe a tu encuentro
para darte un descanso sincero.
¡Que tiemblen de la tierra
los cimientos y se abra el suelo
para que su eco diga la verdad
para que el latifundista
caiga al infierno!
