CARTOGRAFÍA DE UNA CRÍTICA AN-ÁRKHICA

0. CARTOGRAFÍA DE LAS DERIVAS EN CURSO

Commune de Paris 1871 : Carte C. La semaine sanglante, du 21 au 28 mai 1871 / par Charles Prolès.

La palabra «Cartografía» viene del latín charta cuyo significado es: hoja de papel preparada para escribir en ella. En estas derivas no haremos más que eso,  una preparación ya escritural, en una hoja cuya pre-potencia ya está preparada y nos permite anunciar otra escritura, una por venir, pero que extrañamente nos antecede.

Nuestra «Cartografía» resguarda la tierra, no en su representación sino  en su ocultamiento. Las derivas son una i-lógica que lejos de viviseccionar el mundo en su análisis nos permite habitarlo. El mundo de la vida emerge con esta cartografía. Como dice Pál Pelbart en Cartografías de lo Grupal: “A partir de ahí, se puede pensar la constitución de un «cuerpo» múltiple”[1]. Un cuerpo sin «αρχή». Un cuerpo sin cabeza. Cuerpos que nos llaman a recorrer un  mundo que resguarda  nuestra im-propia «ἀναρχία»

Esta deriva cartográfica no llama a replicar sino a hacer mapas. No buscamos calcos de los lugares, sino trazar no-lugares de un habitar común. La cartografía nos dona sentido de la tierra. El fin de mapear no es dominar iluminando cada rincón de lo existente. Los mapas son un medio de destrucción. Medios de preparación de  una topología que nos permite habitar esta tierra en su escondite. En los exteriores recorremos los puentes que separan y conforman  nuestro ser-unxs con otrxs. Nuestro ser común es con nuestra irreductible singularidad. Nosotrxs erramos acompañadxs entre extrañxs, amigxs, afines.  Siempre más de unx, cada cual con su más de unx que escriben, leen o conversan. En sus intersticios estas derivas.

Esta cartografía deriva en una comunidad en y con la escritura. Escritura partisana cuyo único principio es acéfalo, pues la cabeza que nos obliga trabajar  ha sido dejada en los más alto de un crucifijo. La cadavérica imagen nos recuerda que lo común nace y se re-crea en el constante sacrificio de aquello que nos da muerte. Sacrificar al sacrificador es el medio sin fin. La presencia adviene así en la restancia. El fundamento de la existencia se desfonda por sí mismo y anuncia cada vez como eco de un campanazo  el fin de esta realidad. El alfa y el omega se comparten en la circunvalación de nuestro símbolo.

A estas derivadas las antecede una «catástrofe única». Somos una vieja comunidad de vencidxs que resurge de las ruinas. Somos armazón en la búsqueda del hundimiento de toda autoridad.  Como nos recuerda el poeta Xu Lizhi obrero que se suicidó inclinado sobre las máquinas de la fábrica industrial Fozconn*: estamos compañadxs por aquellxs que sin detenimiento mueren antes de tiempo. Nos acomuna la manera sistemática de ser asesinadxs. Nos entrelaza evitar la muerte calculada, destituir el orden soberano y la sagrada técnica. Como nos dice Benjamin: “ni si quiera los muertos estarán a salvo del enemigo, si éste vence. Y este enemigo no ha dejado de vencer.” [2]. Son nuestrxs muertxs los que nos dan esta posibilidad. Ellxs nos donan un tiempo que es ahora. Su venida aconteció, acontece y acontecerá con el fin de este mundo sacrificial. Entre la-vida-la-muerte los limbos sin fin de esta cartografía.

La hoja ya está preparada. La escritura nos antecede con sus manchas y borrones. Estamos inmersos. Sólo queda continuar. Nuestras facciones gesticulan la caída del imperio de lo humano sobre lo vivo.  Humanidad cuyo fin perpetuo ha ordenado todo lo existente como un medio para su permanencia y reproducción. Nuestra propuesta es ser puro medio, un habitar de lo múltiple que desborda lo uno desde su nacimiento. El gesto an-arkhico es precisamente ese: «lo que obedece es de nuestro bando»; «lo que manda está ya destruido». Como dice Agamben: “[el] gesto es la exhibición de una medialidad, el hacer visible un medio como tal […] es la esfera no de un fin, sino de una medialidad pura y sin fin.” [3]. La total actualización de «ἀναρχία» es im-posible.

La nada desfonda y antecede la historia de la domesticación del Ser.  La liberación como  estrategia responde a un plano negativo; conjura atáxica.  En palabras más radicales de la tradición nihilista: “Nuestro fin es uno y simple, la destrucción del orden existente.” [4]. Se nos reclamará que este es un fin, una razón guía, una heurística que conduce nuestros pasos. Aclaramos que ¡no! pues si algo así como fin nos acontece, este ya se encuentra en un  inicio que desfonda toda razón última de lo existente. Lo que parece ser telos es en sí lo desapropiante de nuestra tarea, pues lo que invoca es la an-arkhia, el llamado es a reconstituir nuestro propio permanecer-oculto. Como dice Agamben:

[Nuestra]  historicidad anárquica que, permaneciendo presupuesta, ha destinado al hombre como ser viviente a las diversas épocas y culturas históricas, debe ahora venir como tal al pensamiento, es decir, que el hombre ha de apropiarse ahora de su mismo ser histórico, de su misma im-propiedad. [5].

Nuestra negatividad co-constitutiva busca destruir toda forma de dominación. El carácter im-político que nos antecede y nos co-constituye reafirma la comunidad histórica de un mundo por venir, pero que sin duda anida ya en la temporalidad del kairos que impide la absoluta totalización del continuum arkhico de sometimiento. Buscamos acontecimiento, el momento sin lugar y tiempo de confrontación que en el peligro más acucioso de explotación nos llama a defender la ausencia radical de fundamento. Sólo así podemos destruir  el círculo sacrificial y de domesticación en el cual nos vemos sometidxs todas las formas-de-vida.

Nuestra cartografía porta piedras y confusión. La an-arkhia constituye la condición de im-posibilidad de que el suelo y toda tierra (Grund) se haga absolutamente latente. El mundo nace en un  sentido onto-eco-lógico de una constitución material previa. Según la geología, la cronología de mayor antigüedad de la tierra es el Eón Hádico, datado hace 4567 millones de años. En esos tiempos prístinos de gran eternidad no existía más que lava y confusión. La aún no-tierra, el aún no-mundo era ígneo y metamórfico. Al Éon siguiente se le conoce como Éon Arcaico, el sentido de su designación es obvia y proviene del griego antiguo «αρχή». Pero no olvidemos que previo a la fundación del mundo y sus simientes el desfondamiento informe ya aconteció.

La  cosmovisión actual de la sociedad capitalista de Estado es la tecnociencia. Somos reservas, baterías existenciales. Somos concebidos como energía acumulable que debe ser extraída. Esta lógica fundamenta las zonas de sacrificio y mono-cultivo, la ganadería de animales no humanos y la explotación de toda vida animalizada a cuyo carácter proletario le imponen una hiper-productividad acechante.  Esta cosmovisión de extractivismo sanguifero que nos domina determina que toda forma-de-vida está a disposición de una topología de la dominación que actúa a través de tecnologías zoé-bio-necro-política del Capital, cuya función es determinar qué vida merece vivir y cuál debe ser arrojada al matadero del mundo.  Bajo esta lógica la tecno-ciencia nos impone caminos maquínicos y de engranajes que nos conducen rectos y obedientes a un almacenamiento de toda nuestra potencia viva.

La  hyper-producción tecno-científica es el actual fundamento del control absoluto de todo lo que aparece. Es la manifestación actual de lo total, es la superación sin límites que nos impone sacar todo a la luz: hacerlo todo disponible y consumible. La producción autoritaria del modelo capitalista de Estado busca la acumulación de nuestra sangre vital con el fin de mantener el sistema mercantilizado y soberano de nuestro existir. Esta forma nos impone solo un fin: la muerte, solo un medio: la dominación.

Frente a ello esta cartografía destructiva. Este medio an-arkhico de gesto proyectil tendrá tres derivas críticas: I. El plan de una crítica an-arkhica a la raíz fundante del devenir tecno-científico; II. El desarrollo del concepto de reserva a partir de su funcionamiento en el Estado y el Capital para terminar con III. Comunidad an-arkhica con el mundo de la vida y su gesto destituyente como propuesta im-posible de habitabilidad.

I. CRÍTICA AN-ARKHICA

1. La palabra crítica tiene en su origen el verbo griego κρίνειν cuya etimología guarda en su raíz  la palabra indoeuropea *krei- de dónde proviene la palabra «criba», herramienta agraria utilizada en la separación del trigo y la paja en el acontecer de la cosecha.

La palabra crítica devela un proceso ontológico fundante: el acto artificial y técnico de separación en dos órdenes heterogéneos de lo que en  su origen se co-confunde y co-constituye. Así como el trigo y la paja se constituyen en la espiga. En la espiga misma  pervive  un ocultamiento aún más originario. La espiga se oculta en la tierra. Como dice Schürmann: “el ocultamiento, lethé («tierra») connota la ausencia de un ente que no está ya presente, pero denota «la reserva de la diferencia».”[6]. La tierra nos alberga en el desfondamiento y nos permite habitar un suelo momentáneo, a costo de una separación.

2. La connotación de la crítica ha derivado en múltiples formas de denotación: «separar, decidir, juzgar». Su origen es la separación de dos órdenes de lo existente: tierra y  mundo. La inmanencia de lo vivo y lo existente para la conciencia de sí. El hábitat  y lo que en ella produce. La «criba» circunda y acumula; en ese proceso decanta y separa.

3. En el uso positivo de la crítica acontece una duplicación de lo existente. Lo que es fin absoluto y lo que es medio para ese fin total. La realización continúa de una esencia como acto y la constante puesta en obra de la potencia material. La arkhé se ejerce técnicamente en vista a que su  telos es el de una obra siempre en construcción. “El origen nunca deja de comenzar, o sea, de comandar y gobernar lo que ha puesto en ser.” [7].  La duplicidad es el nacimiento de lo humano en sí y a su vez es medio para su realización abstracta: «La humanidad».  Para su realización ideal  todo es un medio. El fin espiritual de la humanidad, y el principio de nuestra subordinación material, es la mediatización de absolutamente todo lo existente. Este es el origen onto-atropológico bajo el cual existir es ser producto o medio de producción para la fabricación de la idealidad de lo humano.  Por ello en  nuestra actualidad de mediación sin fin cada forma-de-vida es una cosa al servicio de otra cuyo encadenamiento tiene como realización nuestro ser medio de producción para el mantenimiento del mando, y de nuestra finalización como forma-de-vida. La vida bajo el régimen positivo de la ideología de la producción está determinada a ser administrada como materia-de-muerte. Sin jamás olvidar que quienes viven son dueños de los medios de la realización de su esencia, es decir, dueños de nuestra muerte.

4. El uso negativo de la crítica, en tanto crítica an-arkhica devela que aquella «reserva de la diferencia» es origen desfundante de la potencia de toda-forma-de-vida. La «criba» circunda sin poder acumularlo todo, su topología implica el orificio que separa y restituye.  El fondo de la criba denota un vacío existencial. La crítica an-arkhica busca rehabilitar aquella fuerza vital que nos ha sido negada y cuyo comportamiento es sustractivo.  Ausencia originaria, diferencia no-artificial: tierra. Sobre ella se ha erguido un mundo falso. Un fetichismo de la mercancía, mediación sin fin de un fin donde todo es mediación. Frente a esto: “La crítica no se comporta como un fin en sí mismo sino simplemente como un medio. Su sentimiento esencial es el de la indignación, su tarea esencial la denuncia.”[8].  Frente a un mundo tecno-cientifico dónde la tierra es medio de producción. La crítica an-arkhica busca señalar el origen diferenciado de lo real, cuyo potencial diferencial no tiene fundamento. Retroceso a un plano an-arkhico cuyo ocultamiento ha sido cubierto. Rehabilitar lo no-mostrado, lo no-presencial. Volver a la tierra.

II. SOMOS RESERVAS

1. La tecnociencia es la cosmovisión actual del Imperio capitalista. Su fundamento es el control absoluto de todo lo que aparece. La tecno-ciencia es la manifestación actual de lo total  que nos impone sacar toda a la luz: hacerlo todo disponible y consumible. Somos elementos de una gran cadena de montaje cuyo movimiento esencial es puro y simple acrecentamiento: es un +: suma y acumulación cuya teleología mercantil parece neutral.

La tecno-ciencia aparenta ser medio para un fin gradual y pacífica hacia la totalidad humana. Su narrativa mítica propone la verdad como imparcial, cuyo método nos impone caminos maquínicos y de engranajes que nos conducen rectos y obedientes a un almacenamiento de toda potencia viva. La neutralidad deviene en dispositivo dominación que se erige como a-político y no ideológico, cuyo fin es acrecentar los procesos de mercantilización de la vida. Esta técnicas de dominación, en palabras del Grupo Oblomov:

neutralizan la crítica para que la gran mayoría acepte mejor las novedades tecnológicas, el poder de la propaganda de los partidarios de la energía nuclear, que se imponen hasta en las escuelas para vacunar a los niños de diez años contra el espíritu crítico. [9]

Sabemos no existe la ciencia como una expresión neutra independiente de la técnica y la producción, pero su apariencia desoculta toda la tierra como materialidad inerte y espacio homogéneo dispuesto a la productividad; el carácter de  existencia es reducido a medio de realización de la abstracción pura de la conciencia onto-antropogénica. Lo llamado humano se esgrime como ente privilegiado cuya capacidad positiva de crítica lo separa de la tierra, y ella es desocultada en su dominación y predisposición. La tecno-ciencia niega el  ser-común originario y trastoca su diferenciación an-arkhica en una  diferencia artificial que delimita en órdenes taxonómicos lo que se mercantiliza para la explotación y lo que organiza arkhicamente el mundo de la vida. Este continuum de dominación tiene su máxima expresión en el Capital tecnocientífico.

2. La crítica onto-histórica de la economía política señala cómo es posible la separación entre lo humano y el resto del mundo de la vida en la constitución de las relaciones sociales de producción. Esta crítica devela las condiciones de posibilidad bajo las cuales se desarrolla la disolución de la unidad originaria entre el humano y la tierra. Marx señala que la naturaleza es el cuerpo inorgánico de la humanidad en las sociedades precapitalistas. En la vida genérica la tierra es la extensión anímica del ser humano cuya realización común es la permanencia de la vida misma. La tierra y lo humano comparten el  ánimo, palabra que  proviene del griego ἄνεμος cuyo significado es el soplo vital que acomuna lo existente.  Entendido así, el ser genérico de la vida humana no puede prescindir de su vínculo inmanente con la naturaleza. Como dice Marx:

que el hombre vive de la naturaleza quiere decir que la naturaleza es su cuerpo, con el cual ha de mantenerse en proceso continuo para no morir. Que la vida física y espiritual del hombre está ligada con la naturaleza no tiene otro sentido que el de que la naturaleza está ligada consigo misma, pues el hombre es una parte de la naturaleza. [10]

Esta unidad originaria y pre-crítica que acomunaba al humano y la naturaleza circundante tiene un proceso de singularización de existencias. La distinción óntica de lo humano y la naturaleza se mediatiza con la  herramienta. La agricultura es el proceso crítico que separa al humano de la pura inmanencia. Esta singularización no apropiadora  permite a lo humano, en palabras de Heidegger: “estar en la tierra como mortal, significa: habitar […]  el hombre es en la medida que habita […] así cultivar un campo de labor, cultivar una viña. Este construir, en el sentido del abrigar y cuidar, no es ningún producir.” [11]

Sin embargo el proceso económico político de la apropiación de la tierra mediante la forma-trabajo transforma esta comunidad de existencias diferenciadas en un proceso de extracción de la fuerza vital de todo lo existente. Como bien dice Bataille:

La herramienta cambia justamente a la naturaleza y al hombre: somete la naturaleza al hombre que la somete y la fábrica, pero une al hombre a la naturaleza avasallada. La naturaleza se convierte en la propiedad del hombre. […] El grano de trigo es unidad de la producción agrícola, el buey es una cabeza de ganado, el que cultiva el trigo es un agricultor y el que cría al buey es un criador. Ahora bien, en el momento en que cultiva, el fin del agricultor no es actualmente su propio fin; en el momento en que cría, el fin del criador no es actualmente su propio fin. El producto agrícola, el ganado, son cosas, y el agricultor o el criador, en el momento en que trabajan, son también cosas. [12]

Bajo este proceso sucede lo que la tradición ecológica del marxismo contemporáneo llama «fractura metabólica». Pues, como dice el viejo Marx:

“la gran propiedad sobre la tierra reduce la población agrícola a un mínimo en descenso constante y le opone una población industrial en constante aumento y concentrada en grandes ciudades; y de este modo crea condiciones que abren un abismo irremediable en la trabazón del metabolismo social impuesto por las leyes naturales de la vida” [13]

Este proceso de mercantilización de toda vida existente es descrito por Marx en los Manuscritos Económico-Filosóficos de 1844. El proceso de esta alienación presenta cuatro momentos claves de extrañamiento que terminan por condicionar y (re)producir al humanismo arkhico cuyo continuum caracteriza el modelo de apropiación tecno-científica actual. Este proceso onto-histórico de sometimiento consta de cuatro momentos: a) Pérdida del objeto de su trabajo o fetichismo; b) venta de su fuerza-trabajo o enajenación. c) deshumanización y extrañeza con la naturaleza o reificación.  d) proceso de extrañeza respecto otros humanos, relaciones reducidas a competencia entre sí o cosificación.

El capital nos dispone como elemento de consumo para la reproducción ampliada de la ideología mercantil. La tecno-ciencia productiva nos separa en un proceso de extrañamiento de la comunidad originaria. Todo lo vivo se vuelve reserva. Esta operación de cosificación deviene en el vaciamiento anímico del humano y la trascendencia con el medio circundante. La alienación que impone la modernidad capitalista es el hecho fundante del devenir-reservas. Este abismo irremediable constituye el origen de nuestra composición óntica bajo el sometimiento del capital tecno científico: ser «baterías existenciales». Como afirma Marx: “en este estado de cosas la comunidad no puede continuar”. [14]

3. El Estado se funda sobre la excepción, es decir, sobre la base de una violencia mítica fundante de Derecho y Soberanía sacrificial. El Estado no solo posee la potestad para suspender la Ley para garantizar su existencia sino más bien, su existencia encarna la Ley y la excepción —umbral de indistinción entre hecho y derecho—. Como señala Agamben: “El estado de excepción se presenta más bien bajo esta perspectiva como un umbral de indeterminación entre democracia y absolutismo.”. [15] La disposición sanguinaria del Estado transforma el sacrificio de la vida desnuda en un fin en sí mismo. Derramar sangre como fundamento, medio y fin. En última instancia, esta disposición sobre los cuerpos y la tecnificación de las formas de vida es, precisamente, la cosificación y la negación de la realización existencial y el vaciamiento de nuestras vidas. Somos reservas de sangre del Estado.

En nuestra actualidad el bio-poder no se desarrolla en oposición al viejo poder soberano. La administración de las formas de vida y sus condiciones de posibilidad, propias de la economía política, permea el andamiaje estatal posibilitando nuevas formas de gubernamentalidad. La modernidad encarna una aleación miscelánea entre el Soberano sanguinario portador de la violencia mítica y las nuevas técnicas y tecnologías de administración de los cuerpos y la población. Tecnologías de poder bio-necro-políticas.

4. La ideología del Capital tecno-científico tiene a su haber una estructura metafísica acrecentante y positiva de producción (+) cuya interconexión devela la relación intrínseca entre los modelos de producción, administración y control actuales de toda forma de vida; y su manera de arrojarnos a la muerte. Esto es lo que llamamos zoé-necro-política-capitalista. Este armazón productivo se imbrica y relaciona en un sistema de apropiación total de la energía vital por parte de la trama de vida del Capital: la agricultura del monocultivo, el trato con animales no humanos en estado salvaje, la cría intensiva de animales, el maltrato de lxs trabajadorxs de la gran industria y la precarización absoluta de lxs trabajadorxs de extracción minera y de combustibles fósiles. Todo este circuito de extracción zootécnica tiene como funcionamiento esencial un «círculo sacrificial», cosmovisión occidental cuyas consecuencias son el contagio de enfermedades zoonóticas y la devastación absoluta de la biósfera. Apartheid, genocidio, limpieza étnica. La democracia muestra su cara más cruenta, el Leviatán es comida de los justos en un banquete mesiánico. El capitalismo —Dios de la sangre— reclama borregos. La teología nos reconoce animales de sacrificio y la metáfora biológica vuelve a florecer en viejas tierras prometidas. Los justos, los elegidos, encarnan la excepción; soberanía de hecho y derecho. Lo otro como nuda vida, vida desnuda que es asesinada sin detenimiento.

La ideología actual de la producción está basada en una interrelación devastadora, circuitos que nos develan cómo la fuerza metafísica y cibernética de conexión de lo real está co-determinada en una topología zootécnica de la dominación de nuestra ecología cuya arkhé  zoé-necro-política-capitalista está basada en la escisión entre quienes mandan y obedecen: entre dueñxs del Capital y quienes explotadxs o apropiadxs sufren las consecuencias de la agonía. El ordenamiento jerárquico tiene a su base una taxonomía que ordena verticalmente: la vida sana y asesina dueña del Capital, la vida que vuelven resistente a la muerte para continuar su explotación/apropiación; la vida que es agenciadamente enferma, sometida a una existencia moribunda o comatosa sin asistencia ni apoyo; y, finalmente, la vida absolutamente animalizada que debe ser sacrificada para que esta cultura sacral continúe.

En nuestra época todo se maximiza. La reciente pandemia de Sars-CoV-2 puso de relieve el funcionamiento del carácter soberano del Capital que aumenta la investigación eugenésica de la vida y el desarrollo científico, en una red cibernética que impele al control absoluto de todo lo viviente en complacencia total con los Estados nacionales  que co-determinan el avance técnico y el desarrollo industrial siendo la estructura administrativa de la devastación ecológica. En este maquínico círculo sacrificial de producción lo único que razona, con total autonomía, es la autoridad soberana e imperial. Vivimos la época globalizada de la política hyper-humana, que permite la apropiación y explotación de toda potencia existente por parte del modelo capitalista de Estado. Esta actualidad nos devela que toda forma-de-vida se ha vuelto una «reserva de energía» inserta en una trama de vida y muerte, entes interconectados a disposición de explotación constante del Capital, cuyo acrecentamiento tiene una sola “cosa/res” que calcular, producir y vender muerte sin fin ni τέλος, hasta el ἀγών final.

 

III. COMUNIDAD AN-ARKHICA O EL   GESTO   DE LA DESTITUCIÓN  

1. Si nos preguntan: ¿la ciencia y la tecnología? ¿en la naturaleza o contra la naturaleza? Respondemos: Si hay algo creador de nuestra crítica ella se funda en la negación.

“El ideal positivo que proponemos es la Naturaleza. Esto es, naturaleza SALVAJE: aquellos aspectos del funcionamiento de la Tierra y sus cosas vivientes que son independientes de la administración humana y libres de su interferencia y control.”[16] Nuestra comunidad busca la destitución del orden existente y para ello usamos la técnica «máquina de guerra nómade» que usa todo desecho del capital, las más simples herramientas como medios, aquellos viejos cacharros escondidos en campos y montes de nuestra historia an-arkhica.

llustración de Pilar Sánchez Molina, portada del libro de Alessandro Stella, Días de sueños y de plomo: Vivir la insurrección en la Italia de los 70, ed. Virus, España, 2015

2. Lo político del gesto es un medio sin fin emancipado de cualquier trascendencia e imputación del espectáculo. Pensar la guerra como un arte, un placer. La comunidad hace coincidir la pérdida del tiempo con la vida. Comunidades que emancipadas de un fin abren posibilidades y espacios para otras forma-de-vida, nuevos usos de los cuerpos. Nuevas relaciones que con un simple gesto buscan destituir toda forma arkhica de totalización.  La coordinación de singularidades en un simple gesto devela el accionar de un medio sin fin que se vive en el umbral de indistinción entre el mando y la obediencia. Se desarma toda totalización: el partido, el ejército o el Estado. La comunidad es nuestro lugar para el diálogo erótico entre la destrucción y mundo de la comunidad. Como dice Tiqqun: “Por un lado, queremos vivir el comunismo; Por el otro queremos propagar la anarquía”. [17]

3. Como dice H. Bey:

Si imagináramos un mapa de la información -una proyección cartográfica de la totalidad de la red- tendríamos que incluir en él los agentes del caos, que han comenzado a aparecer, por ejemplo, en las operaciones de procesamientos complejos en paralelo, en las telecomunicaciones, en las transferencias de dinero electrónico, virus, pirateo guerrillero, etc. Cada una de estas áreas de caos podría ser representadas en topografías como penínsulas inscritas o escondidas en el mapa a punto de desaparecer. Esta “escritura” que en parte permanece escondida, y en parte se desvanece- representa el proceso mismo en el que la red está inmerso, incompletable en su propia representación, en última instancia incontrolable. [18]

Somos virus, pirateo, guerrilla que permanece escondida en topologías desaparecidas. Devenimos potencia de no. Negamos lo que nos niega. Queremos pasión de la sustracción. Queremos lo común, no como unidad y prisión totalizante, lo común como diferencia. El devenir heterogéneo que fisura lo establecido, que carcome lo eterno, idéntico y constante en el germen de la violencia insurrecta. Perdieron, perdimos pero ahora nos sabemos en el momento preciso.

 

Bibliografía

-G. Agamben. Medio sin fin. Notas sobre la política, trad. A. Gimeno Cuspinera, ed. Pre-Textos.Valencia, 2010.

-G. Agamben. Creación y anarquía, trad. Rodrigo Molina-Zavalia. ed. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires, 2019.

-G. Agamben. Estado de excepción, trad. Flavia Costa e Ivana Costa, ed. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires, 2019.

-M. Bakunin y S. Necháyev. El catecismo revolucionario, ed. Bandera Negra, Ciudad de México, 2017

-G. Bataille, Teoría de la Religión, trad. F. Savater, ed. Taurus Humanidades, Madrid, 1991

-W. Benjamin. “Tesis sobre el concepto de historia” en  Tesis sobre el concepto de Historia y otros fragmentos, trad. Bolivar Echeverría. ed. Itaca, México, 2008.

-H. Bey, Anarquía ontológica, trad. Guadalupe Sordo, ed. Pedaleadorxs del infierno, Buenos Aires, 2008.

-Grupo Oblomoff. Un futuro sin porvenir. Por qué no hay que salvar la investigación científica, trad. J. Rodríguez Hidalgo, ed. Lazo Ediciones, Rosario, 2016

-M. Heidegger. “La pregunta por la técnica” en Conferencias y artículos, trad. E. Barjau, ed. Del Serbal. Barcelona, 2001.

-M. Heidegger. “Construir, pensar, habitar” en Conferencias y artículos, trad. E. Barjau, ed. Del Serbal. Barcelona, 2001.

-T. Kaczynski. La sociedad industrial y su futuro. trad. I. Marini, ed. Perfil Libres, Buenos Aires, 1997.

-K. Marx, “Contribución a la crítica de la Filosofía del derecho de Hegel” en Karl Marx: Escritos de juventud sobre el derecho. Textos (1837-1847), trad. R. Jaramillo. ed. Anthropos, España, 2006

-K. Marx. El Capital. Crítica de la economía política. Libro III – Tomo III. trad. Vicente Romano García, ed. Akal, España, 2021.

-K. Marx. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía. trad. H. Acevedo. ed. Arandú, Buenos Aires, 1968.

-K. Marx, “Proyecto de respuesta a la carta de V. I. Zasulich”, en Marx & Engels, Obras Escogidas, Tomo III, ed. Progreso, Moscú, 1974.

-P. Pal Pelbert. Cartografías de lo grupal. trad. I. García, disponible en: https://lobosuelto.com/elementos-para-una-cartografia-de-lo-grupal-peter-pal-pelbart/, 2021.

-R. Schürmann, El principio de anarquía: Heidegger y la cuestión del actuar, trad. Miguel Lancho, ed. Arena libros, Madrid, 2019

-Tiqqun, “Llamamiento” en Llamamiento y otros fogonazos, trad. R. Villatová Pigrau y A. Díaz, ed. Ediciones Acuarela, Madrid, 2009

Notas

  1. P. Pal Pelbert. Cartografías de lo grupal, trad. I. García, disponible en: https://lobosuelto.com/elementos-para-una-cartografia-de-lo-grupal-peter-pal-pelbart/ , 2021, p.2
  2. W. Benjamin. ”Tesis sobre el concepto de historia” en Tesis sobre el concepto de Historia y otros fragmentos, trad. Bolivar Echeverría, ed. Itaca, México, 2008. p. 68
  3. G. Agamben. Medio sin fin. Notas sobre la política, trad. A. Gimeno Cuspinera. ed. Pre-Textos Valencia, 2010, p.54-55
  4. M. Bakunin y S. Necháyev. El catecismo revolucionario, ed. Bandera Negra, Ciudad de México, 2017, p.51
  5. G. Agamben. Medio sin fin. Notas sobre la política. trad.cit., ed.cit., p.95
  6. R. Schürmann, El principio de anarquía: Heidegger y la cuestión del actuar, trad. Miguel Lancho, ed. Arena libros, Madrid, 2019, p. 127
  7. G. Agamben. Creación y anarquía. trad. Rodrigo Molina-Zavalia, ed. Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2019.p. 83
  8. K. Marx, “Contribución a la crítica de la Filosofía del derecho de Hegel” en Karl Marx: Escritos de juventud sobre el derecho. Textos (1837-1847), trad. Rubén Jaramillo, ed. Anthropos, España, 2006, p.98
  9. Grupo Oblomoff. Un futuro sin porvenir. Por qué no hay que salvar la investigación científica, trad. J. Rodríguez Hidalgo, ed. Lazo Ediciones, Rosario, 2016, p.63
  10. K. Marx. Manuscritos de 1844. Economía política y filosofía, trad. H. Acevedo. ed. Arandú, Buenos Aires, 1968.p.111-112
  11. M. Heidegger. “Construir, pensar, habitar” en Conferencias y artículos, trad. E. Barjau, ed. Del Serbal. Barcelona, 2001. p.109
  12. G. Bataille, Teoría de la Religión, trad. F. Savater, ed. Taurus Humanidades, Madrid, 1991, p.45
  13. K. Marx. El Capital. Crítica de la economía política. Libro III – Tomo III, trad. Vicente Romano García, ed. Akal, España, 2021. p354
  14. K. Marx, “Proyecto de respuesta a la carta de V. I. Zasulich”, en Marx & Engels, Obras Escogidas, Tomo III, ed. Progreso, Moscú, 1974.89
  15. G. Agamben. Estado de excepción, trad. Flavia Costa e Ivana Costa, ed. Adriana Hidalgo Editora. Buenos Aires, 2019, p. 30
  16. T. Kaczynski. La sociedad industrial y su futuro, trad. I. Marini, ed. Perfil Libres, Buenos Aires, 1997.112
  17. Tiqqun, “Llamamiento” en Llamamiento y otros fogonazos, trad. R. Villatová Pigrau y A. Díaz, ed. Ediciones Acuarela, Madrid, 2009, p. 77
  18. H. Bey, Anarquía ontológica, trad. Guadalupe Sordo, ed. Pedaleadorxs del infierno, Buenos Aires, 2008.p.199

*Xu Lizhi, Me tragué una Luna de acero. Citado anteriormente en: Somos reservas, devenimos sustracción.

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